LA ATENCIÓN COMO SALVAVIDAS

Hace ya unos días, durante uno de mis primeros paseos tras el confinamiento, me di cuenta de que necesitaba estar mucho más atenta de lo que habitualmente estaba y se me ocurrió que sería bueno realizar una especie de “ritual” antes de salir de casa para tomar conciencia de una serie de cosas importantes.

Caer ahora otra vez en el “piloto automático” con el que normalmente vivimos es mucho más peligroso que antes, y estar atentos puede salvar vidas. De ahí el título de este blog.

Quizá parezca un poco dramático o exagerado llamarlo así, pero creo que en este momento, que yo veo mucho más difícil en cuanto a lo que tenemos que hacer cada uno que el del confinamiento, es fundamental.

Antes nos perdíamos muchas cosas por ir en desatención o piloto automático, pero ahora podemos perder algo mucho más importante, la salud.

Hay que estar atentos a una nueva forma de relacionarnos, de trabajar, de ir de comprar, de socializar, de vivir en definitiva. Es difícil acostumbrarnos a todas esas nuevas normas, que además parece que se van a quedar un tiempo.

Desde cosas simples o básicas como hacer la compra con mascarilla y guantes, o lavarnos las manos mil veces (ya sé, muchos ya lo hacíamos pero ahora hay que hacerlo más) hasta otras que forman parte de nuestra naturaleza y que ahora no podemos o debemos hacer como abrazar, acercarnos para hablar, tocar, besar….

Y todo esto es complicado porque son cosas tan interiorizadas que las realizamos en “piloto automático”, con gestos inconscientes. Y ahí es donde tenemos que reforzar nuestra atención. Tenemos de desaprender para volver a aprender…como cuando realizamos alguna manualidad que es nueva para nosotros y nos concentramos en ella con toda la paciencia del mundo.

Tenemos que hacer conscientes, para poder cambiarlos durante un tiempo, hábitos simples que antes hacíamos sin problema como tocar cosas sin guantes, respirar sin mascarilla, rascarnos un ojo o llevarnos la mano a la cara después de haber tocado algo, o la actitud instintiva e inconsciente de acercarnos a alguien sin mantener la distancia.

Y para esto, tenemos que estar atentos, aprender a estar en lo que estamos. Desautomatizar actos reflejos.

Para esto os propongo el siguiente ejercicio, que espero os sirva como me ha servido a mi.

Cada vez que vayáis a salir de casa tomaos unos minutos antes y haceos las siguientes preguntas:

  1. ¿Es realmente necesario lo que voy a hacer?

Normalmente la respuesta será SI. Todos tenemos que salir a trabajar, a comprar, a la farmacia, a pasear con los niños, o simplemente porque nos apetece después de tanto tiempo en casa….

Después de este primer SI, pasa la siguiente pregunta.

Pero si de verdad te paras a pensar esta pregunta y la respuesta es NO, no salgas.

  1. ¿Para qué?

Aquí quizás encuentres una respuesta que te haga replantearte la “necesidad” de ese primer sí. Esto de la necesidad es, además, muy relativo. En un momento dado, un paseo puede ser una necesidad. No estoy, con estas dos preguntas, animándote a no salir, pero sí a que valores esa salida, a que seas consciente de lo que te va a aportar y si el riesgo que corres merece la pena.

Quizá te parezca un poco exagerado esto del riesgo que corres al salir de casa, pero creo que en este momento es necesario hablar en estos términos. Creo que es importante racionalizar nuestros movimientos para poder, entre todos, salir de esta cuanto antes. No es obligatorio salir a hacer deporte o simplemente salir, si no tenemos necesidad de hacerlo, sólo porque ya podamos hacerlo.

Creo que en cuanto a ser exagerados en las medidas de precaución que tomemos, ha quedado claramente demostrado que si tenemos que pecar por exceso o por defecto, en este momento el exceso es siempre mejor.

Bueno, ya estamos en el punto de “voy a salir y lo considero necesario”. La siguiente pregunta es:

  1. ¿Cómo voy a hacerlo?

Andando, en autobús, en coche, sola, acompañado…

  1. ¿Qué necesito para hacerlo bien?

Mascarilla, guantes, gel limpiador…repasa todo lo que vas a llevarte añadiendo los elementos de protección y poniendo la atención en todo eso que tenemos que añadir ahora y a lo que no estamos acostumbrados.

Recuerda que vas a tener más complicado lo de ir a un baño público…;)

Después de estas preguntas, que no deben durar más de 1 minuto o dos, ya estás lista para salir. En la puerta de casa. Y esta es la parte más importante del ejercicio (que se puede adaptar a cualquier situación):

Respiras hondo 2 ó 3 veces, notando tu respiración y agradeciéndola, una respiración normal, de persona sana o sin problemas respiratorios. Haz consciente eso, verás qué cambio!!

Esa respiración es normal y no le das mucho valor habitualmente, pero podría no serlo si te contagias (pregunta a alguien al que le hayan tenido que poner un respirador si valora ahora su respiración normal).

Te pones la mascarilla y la notas. Llevas tu atención a ella. Te la colocas, sientes su contacto con la cara, observas que todos los huecos están perfectamente cerrados, que todo el borde está en contacto con tu cara.

Por cierto que, con respecto a la mascarilla, he estado investigando un poco, hablando con médicos, y mi conclusión es: póntela, pónsela!!! Aunque la mayoría de las mascarillas normales sólo protegen a los demás, si los demás también se la ponen te protegen a ti. O sea, que si todos la llevamos nos protegemos entre todos!!

Así que te animo a que la uses y animes a los demás a usarla.

Vamos ahora a los guantes, que en este caso no tengo tan claro si hay que usarlos o no, pero en caso de hacerlo, hagámoslo también consciente. Párate un segundo a observar la sensación del contacto de tus manos con los guantes, obsérvalos un segundo, colócalos bien, tapa tus pulseras o reloj con ellos…

Coges todo lo que tienes que coger, no olvidando el hidrogel que lo llevas en el bolso, un bolsillo o el coche, y sales.

Hasta ahora ha sido fácil. Estabas en lo que estabas y te has dedicado 5 minutos en total a hacer consciente una situación nueva.

Es en la calle donde tienes que estar más atento, observando lo que tocas, no llevándote las manos a la cara, manteniendo la distancia…en definitiva, poniendo atención a tus movimientos. Y digo que es más difícil porque ahí ya estaremos “entretenidos” en otras cosas y perderemos la atención a éstas.

Algo que a mí me parece especialmente difícil es mantener la distancia en algunas circunstancias. Vas por la calle y te encuentras con alguien conocido, un amigo o un familiar. Automáticamente la reacción inconsciente es acercarte a darle un abrazo, un beso o un saludo sin más, pero cerca. Y esto es absolutamente normal, está en nuestra naturaleza. Los humanos somos sociales y necesitamos el contacto.

Nos sentaremos en una terraza y estaremos a menos de 2 metros, picotearemos todos del mismo plato, incluso podemos llegar a beber del mismo vaso. Si, ya lo sé, es un asco tener que cambiar todo esto que tanto nos gusta. Pero lo digo porque sé que a mí me va a pasar y por eso sé que tendré que estar MUY atenta para hacerlo bien. Te tomas un par de cervecitas y se acabaron las precauciones…

Y por eso incido en este punto. Porque lo haremos de forma inconsciente, o incluso diremos “ bah, no pasa nada”, y en este momento es muy importante no hacerlo.

Es muy importante pararse, respirar, darnos cuenta de lo que vamos a hacer, y no hacerlo!!!

Os he contado todo esto porque, como ya he dicho, es algo que me he planteado para mí misma. Y no es que sea hipocondríaca o esté paranoica, pero es muy fácil caer en las costumbres o los hábitos de toda la vida si no estamos atentos. Y en este momento es fundamental para todos no hacerlo.

Espero que este pequeño ejercicio de atención os ayude a tomar conciencia y a estar en lo que estéis con precaución, cuidándonos entre todos.

Si tenéis algún comentario o duda en la que os pueda ayudar no dudéis en escribirme al correo esther@esthervalls.es.

Que la atención y la salud os acompañen!!!

Esther Valls, mayo 2020